Derrumbe de edificios y desaparición de infraestructuras de todo tipo, escasez o inexistencia de medios para el rescate de personas, insuficiencia de la atención de urgencia a los heridos, falta de agua potable y alimentos, inexistencia de refugio y alojamiento para los damnificados, comunicaciones colapsadas, etcétera, etcétera, son las circunstancias que describen las primeras horas tras el grave seísmo de Haití, y especialmente de su capital Puerto Príncipe. Cruz Roja Española, en coordinación con el resto de nuestra organización mundial, ya ha comenzado a operar sobre el terreno, gracias muy fundamentalmente a sus delegaciones en funcionamiento en el país y en la vecina Santo Domingo desde hace años. De hecho, se ha comenzado a distribuir entre la población damnificada el material de socorro almacenado en éstas, a la espera de mayores, completos y específicos suministros. Simultáneamente, en colaboración con la Cruz Roja de Haití se continúa evaluando las situaciones a atender, en espera que llegue a la zona el personal y los medios adecuados para asumir inmediatamente las tareas concretas. Estamos aún muy al principio de esta enorme catástrofe, que sucede en un país muy desfavorecido en el reparto del progreso, un hecho que ha posibilitado que el terremoto no encontrara resistencia alguna a toda su fuerza destructora. A pesar de todo, Cruz Roja trabaja, y trabajará hasta que sea necesario, con la población haitiana en la ayuda humanitaria de socorro inmediata, en la recuperación y rehabilitación posterior y procurando, en todo momento, que el inmenso sufrimiento de los haitianos de hoy sea el inicio sin retorno de un día siguiente esperanzador, de un proceso de desarrollo comunitario. Para ello, sólo hace falta nuestra solidaridad, la de todos.
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